El pasado 15 de marzo se realizaron las elecciones generales en los Países Bajos. Éstas atrajeron la atención del resto del mundo, al tratarse de una nueva posta donde se mediría el avance de la extrema derecha a nivel internacional, luego del triunfo de Trump y antes de las elecciones generales de Francia y Alemania (donde puede haber avances decisivos de ésta). Los principales contendientes fueron el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD, liberal conservador, y cabeza de la actual coalición de gobierno junto al socialdemócrata PvdA) y el ultraderechista Partido por la Libertad (PVV, encabezado por Geert Wilders).
Si bien las encuestas vaticinaban la posibilidad de una victoria de Geert Wilders, esto finalmente no se concretó, aunque el PVV aumentó su caudal electoral y su representación parlamentaria (ver la tabla abajo). Los principales medios de comunicación se hicieron eco de este supuesto "freno" a la extrema derecha, y algunos análisis de sesgo progresista destacaron el ascenso de Izquierda Verde (GL, partido ecologista de orientación socialdemócrata) como un posible signo progresivo de polarización social. Sin embargo, quien respira aliviado es el establishment de la Unión Europea, ya que el movimiento de conjunto para el pueblo trabajador es sumamente regresivo. En este artículo analizamos sus aspectos centrales.
Un bipartidismo fragmentado
A diferencia de otros paíes europeos, en los Países Bajos hace tiempo que no hay consolidado un esquema bipartidista sólido. Sin embargo, eso no se ha debido a un colapso del "centro" del espectro político, sino más bien una fragmentación de éste en diversos partidos. A la derecha del centro, al VVD (el partido tradicional de la derecha) se le suman Llamada Demócrata Cristiana (CDA, cristiano conservador) y Demócratas 66 (liberales). En lo que respecta al flanco izquierdo, el socialdemócrata PvdA ha repetido el camino hacia el social-liberalismo de sus pares europeos, integrando sendas coaliciones neoliberales con el VVD en los 90 y en el último gobierno (2012-2017).
En los últimos años, sin embargo, el impacto del programa neoliberal sobre el pueblo trabajador se ha asociado con los conflictos generados por la inmigración, erosionando por izquierda y por derecha a los partidos hegemónicos de establishment. Este efecto fue notorio sobre todo el caso del PvdA, que colapsó en las últimas elecciones alcanzando un mínimo histórico. Este proceso se dio en dos fases, la primera a principios de los 2000 y capitalizada por el Partido Socialista (SP), y la segunda en la última elección y capitalizada por Izquierda Verde.
En el flanco derecho también se registraron movimientos similares, aunque sin representar un colapso para los partidos de la clase dominante. Luego de un ensayo en 2001 iniciado por Pim Fortuyn (que fue asesinado en 2002), Geert Wilders construyó el PVV como una alternativa cada vez más sólida en la extrema derecha.
El programa de la extrema derecha
Wilders fue hasta 2004 un integrante del VVD, y en 2006 organizó el PVV siguiendo las coordenadas básicas de la nueva extrema derecha, que presentamos con mayor detalle en un artículo anterior ("El ascenso de la extrema derecha en los centros capitalistas", http://www.lacalderaop.com.ar/2016/11/el-ascenso-de-la-extrema-derecha-en-los.html). La islamofobia es un componente central de ese partido, que se ha expresado tanto en las declaraciones de Wilders (promoviendo la expulsión de millones de musulmanes de Europa, el derribo de mezquitas, la prohibición de las escuelas islámicas, etc.) como en el impulso de medidas en la calle como movilizaciones con antorchas a mezquitas o centros de refugiadxs, contribuyendo a un aumento en los ataques a personas musulmanas. A diferencia de la extrema derecha y el conservadurismo tradicionales, Wilders defiende "valores liberales y progresistas" de los Países Bajos (la separación de la Iglesia y el Estado, los derechos de las mujeres y la comunidad LGTB), que se presentan como si estuvieran bajo la amenaza del conservadurismo islamista.
En el terreno económico, Wilders pasó de defender una línea neoliberal tradicional a presentarse como defensor del estado de bienestar, oponiéndose a las reformas impulsadas por el VVD y dictadas por la Unión Europea (aunque en la práctica han acordado algunas de ellas). Ambos elementos se combinan en la idea de que el estado de bienestar está colapsado debido a la inmigración, por lo que se propone restringir el acceso a la asistencia social de lxs inmigrantes y de quienes profesen la religión islámica.
El nuevo escenario político
Pese a la creciente amenaza de la extrema derecha, no se ha producido una crisis política que ponga en riesgo la conducción del Estado por los partidos del establishment. El colapso del PvdA y el retroceso del VVD fue capitalizado principalmente por otros partidos sistémicos, como la CDA, D66 y la Izquierda Verde. Una coalición dirigida por el VVD, si bien será más difícil de lograr (ya que ahora requerirá el acuerdo de al menos cuatro partidos), es la perspectiva más probable.
El escenario, sin embargo, es muy favorable para el PVV, que quedará como principal partido de oposición frente a un virtual gobierno de unidad nacional que seguirá aplicando un programa neoliberal. Eso le permitirá sostener el protagonismo político que ha construido esta fuerza y que le ha permitido ir marcando la agenda del debate público, generando un corrimiento general del espectro político hacia la derecha (evidenciado por repetidas declaraciones xenófobas del primer ministro Mark Rutte, del líder de la CDA e incluso de parlamentarios del Partido Socialista).
En consecuencia, este supuesto "freno" a Wilders significa en realidad una continuidad en el gobierno de los partidos que vienen llevando adelante el ajuste, pero con un significativo corrimiento de éstos a la derecha en lo que respecta a la problemática de la inmigración, siguiendo la agenda marcada por el propio Wilders.
La situación de la izquierda
Por su parte, la izquierda se encuentra en una situación muy débil para plantear una alternativa. El sostenimiento del Partido Socialista y el crecimiento de Izquierda Verde no abren un camino esperanzador. A pesar de su nombre (y de su origen en grupos de izquierda como el PC), Izquierda Verde también hizo un rápido viraje al social-liberalismo y no descarta integrarse a una coalición dirigida por el VVD. El Partido Socialista, un partido socialdemócrata de origen maoísta pero devenido socialdemócrata, ha planteado una mayor resistencia a las reformas neoliberales. Sin emabargo, en su afán de presentarse como un partido de gobierno viable ha moderado su programa, integrado gobiernos municipales con la derecha, y abandonado la táctica de la movilización callejera. Además no aborda frontalmente la cuestión del racismo, considerándolo un mero emergente de la situación económica que desaparecerá en tanto mejoren las perspectivas socioeconómicas de la clase trabajadora. La opción tal vez más progresiva (que combina una plataforma antirracista con activismo en la calle) fue Artikel 1, que al ser una creación muy reciente apenas obtuvo el 0,3% de los votos, sin poder ingresar al parlamento (aunque llego al 2,7% en Amsterdam).
Por fuera de las opciones electorales existen movimientos sociales dispuestos a resistir la tendencia a la derechización, particularmente movimientos contra el racismo. Sin embargo, el nivel de movilización social es demasiado bajo como para capitalizar el descontento social. El movimiento obrero se encuentra sumamente desorganizado, aunque hay algunos procesos de activismo sindical de base que pueden aprovechar las recientes reformas democratizadoras de la federación sindical. El sábado 11 de marzo también hubo una enorme Marcha de Mujeres contra Trump y Wilders en la que participaron veinte mil personas, con consignas politizadas, feministas y anticapitalistas.
En consecuencia, más allá de algunos focos puntuales que está por verse cómo se desarrollan, en la actual situación no existen todavía los puntales suficientes para que desde la izquierda se pueda frenar este avance de la derecha. La tarea no es sólo desarrollar la movilización social, sino también construir una alternativa política consecuente que pueda proyectarla políticamente.