El 8 de marzo, las mujeres, lesbianas, trans y travestis de todo el mundo protagonizaron un hecho histórico, un Paro Internacional. Argentina fue uno de los 55 países en donde se realizaron variadas convocatorias, actividades y movilizaciones en donde se problematizaron las jerarquizaciones existentes entre los cuerpos sexuados. “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras” decía una de las consignas que logró sintetizar muchas aristas de la misma cuestión: la violencia machista de la que somos sobrevivientes, siendo los femicidios la expresión máxima de las violencias cotidianas que debemos enfrentar.. Se visibilizó la violencia laboral que se ejerce sobre la mujer como trabajadora, como productora, con salarios menores a los de los hombres por los mismos trabajos, con menos posibilidades de acceso a cargos jerárquicos o de responsabilidad y especialmente con muchísimas horas de trabajo no remuneradas en tareas domésticas y de cuidado. También estuvo en la agenda la problemática del cupo laboral trans y travesti que no se efectiviza en gran parte del país.
En Argentina las mujeres lograron elaborar una interpelación unitaria a las centrales sindicales para que llamasen a un paro nacional ese día, frente al gobierno de derecha de Mauricio Macri, que viene siendo acompañado sin mayores reclamos desde las burocracias sindicales. Cabe destacar que el primer paro nacional contra el gobierno de Cambiemos fue el Paro Nacional de Mujeres de Octubre e 2016. Las centrales no estuvieron a la altura de las circunstancias, lo llamaron “jornada de lucha”, y adhirieron mediante sus comisiones de género, muy por detrás de lo que les estaba exigiendo el movimiento organizado. A raíz de esto el paro se dio de manera desigual en los diferentes lugares de trabajo: en algunos casos las mujeres no asistíeron, si no podían ausentarse tomaron menos tareas, o conversaron en el espacio de trabajo respecto de estas problemáticas. Sin embargo, y más allá de la inactividad burocrática, alrededor de 80.000 mujeres se movilizaron en la Capital Federal, y a lo largo ancho del país, hubo marchas masivas de miles en todas las grandes ciudades, ilustrando la enorme potencia que va adquiriendo este movimiento.
Aún sí, los grandes medios de comunicación se hicieron poco eco de lo sucedido, las movilizaciones no fueron tapa de los grandes diarios, haciendo muy difícil dimensionar el alcance real de las movilizaciones y la repercusión del paro en terminos productivos. Los medios masivos, tal como sucedió en el resto del mundo, prefirieron invisibilizar lo sucedido, restarle importancia a una de las coordinaciones internacionales más compleja e interesante de los últimos años. Millones de mujeres organizándose con consignas comunes a todas y con reivindicaciones particulares en cada país, y en cada ciudad parecen no ser noticia. Queda planteada entonces nuevamente la tarea al movimiento feminista de contar su propia historia. Hace años que las demandas son relativizadas por la falta de “números”, de “datos concretos”. Las estadísticas históricamente han sido construidas por los poderosos, durante años presentaron los femicidios como casos aislados, crimenes pasionales… Ante esto, el movimiento de mujeres y lgtttbiqp ha realizado una tarea inmensa para crear esos datos, de registros, observatorios y archivos que nos permiten saber a qué nos enfrentamos. La misma tarea se dan ahora respecto del paro de mujeres, las redes sociales se llenan de crónicas, de registros fotográficos, de encuentros…
El paro de mujeres no es en Argentina un grito aislado, se da después de 31 años de Encuentros Nacionales de mujeres en distintas ciudades del país que han ido creciendo en participación (el último año convocó cerca de 100.000 mujeres) y también en cantidad y profundidad de los temas que ahí se debaten. Se da, también, después del histórico paro convocado en Octubre del 2016, ante una sucesión de femicidios. El número de femicidios ya llega a uno cada 18 horas en el país demostrando una construcción de la masculinidad en el derecho de poder disponer de nuestras vidas.
El movimiento de mujeres se viene organizando desde abajo, con redes invisibles pero poderosas, pero también se está organizando la reacción. El patriarcado, como otros sistemas de opresión o explotación, no va a caer sin resistir. La iglesia católica recobra fuerzas y se reorganiza para seguir decidiendo sobre nuestros cuerpos, la policía reprimió las dos últimas movilizaciones de los encuentros nacionales de mujeres y volvió a reprimir al finalizar la manifestación del 8 de marzo dejando un saldo de 20 compañeras detenidas y posteriormente procesadas. Los medios cubrieron la noticia de la razzia policial, ubicando a las mujeres y lesbianas en el lugar de las violentas, desconociendo el accionar ilegal que llevó adelante la Policía de la Ciudad secuestrándolas dos horas y media después de finalizada la movilización.
Sin embargo, no hay reacción patriarcal que pueda invisibilizar lo que está pasando, las mujeres, las lesbianas, las trans y travestis, se encuentran de a cientos, de a miles, se juntan y gritan que “las calles son nuestras” y que “si nos tocan a una respondemos todas”. El paro internacional de mujeres fue en Argentina un grito de rebeldía que no está aislado, que se proyecta en todo el mundo, que tiene una historia y que después de tantos años reafirma con más fuerza y poder el mismo desafío: construir un mundo en el que seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.