El debilitamiento del
gobierno por la situación económica y la caída de las expectativas sociales en
el mismo, encontró un canal de expresión en los cantitos populares en las
hinchadas y el espacio público en general. Pero la falta de una alternativa
política y social se expresa en una incertidumbre dentro del campo popular
acerca de la factibilidad de obtener reivindicaciones tan elementales como lo
es un aumento salarial a la par de la inflación. También ocurre esta
incertidumbre en otros ámbitos, como lo es la lucha por los DDHH, del ambiente
y los pueblos originarios, etc.
En este marco la agrupación
celeste, conducción de CTERA, ha definido sostener un enfrentamiento de baja
intensidad contra el gobierno nacional, desplazando a abril la siguiente marcha
educativa (marcha federal que en teoría debiera agrupar a muchos más sectores
sociales que la reciente marcha del lunes 5 de marzo).
Provincia por provincia se
verá hasta qué punto podemos impulsar una lucha desde abajo que conquiste masividad
y simpatía popular, en las escuelas y en las universidades.
El gobierno evalúa que con
poco puede derrotar a los docentes. Y sabe que esa lucha será testigo para el
resto de las paritarias. Y considera que de no disciplinarnos prontamente a los
y las trabajadoras marcando un aumento inferior al 20%, las pocas inversiones
disponibles elegirán ir a otros destinos.
La lucha docente tal vez no
se resuelva en marzo, pero tampoco pasará de abril. Debemos apostar a fondo
porque tome un carácter de lucha popular y triunfe perforando al menos el techo
del 20%.
Si Macri insiste en sembrar
vientos, entonces ¡Que coseche tempestades!