Los miembros de
“la manada” se mandaban mensajes antes durante y después del ataque hablando de
una violación, hay entonces una actividad premeditada, consciente y voluntaria.
Sin embargo en el juicio alegaron que se había tratado de sexo consentido e
incluso dicen que fue su idea la de tener “sexo en grupo”.
La víctima resultó
cuestionada durante todo el proceso, no solamente por no haber hecho los que
supuestamente hubieran sido los esfuerzos adecuados para evitar la agresión (o
tal vez para demostrar su voluntad de evitarla como si esto fuera posible),
sino que en los distintos medios españoles se hace hincapié sobre que
supuestamente ella le había dado un beso a uno de los atacantes
voluntariamente. Como dejando entrever que eso habilita, o al menos como si resultara
atenuante de la violación colectiva a la que fue sometida después. Incluso se
la señaló por no haber denunciado en un primer momento, por qué sentía “que
les estaba jodiendo la vida a cuatro personas, que era mi culpa lo ocurrido
(…) que no tenía que separarse de su
amigo ni tampoco hablar con desconocidos” . El patriarcado nos instruye en
una forma de reacción y después descree de nosotras por eso mismo.
Nuevamente la
violación, y la cultura de la violación, como una forma de organización social
que distribuye roles, permisos, prohibiciones y cuidados entre mujeres y
hombres sean o no estas violadas y sean o no estos violadores.
Rita Segato marca
tres explicaciones posibles para una violación, en primer lugar “como
castigo o venganza contra una mujer genérica que salió de su lugar, esto es, de
su posición subordinada y ostensiblemente tutelada en un sistema de status. Y
ese abandono de su lugar alude a mostrar los signos de una socialidad y una
sexualidad gobernadas de manera autónoma o bien, simplemente, a encontrarse
físicamente lejos de la protección activa de otro hombre” (Segato, 2006: 31). La chica violada pensó
que podía salir de fiesta, tomar unas copas, y volver sola a su casa. Las
respuestas son claras, las mujeres no deberíamos salir solas, encontrarnos en
determinados lugares por la noche o incluso utilizar determinadas ropas que
puedan dar cuenta precisamente de una sexualidad gobernada de manera autónoma.
En este caso, lo explícito de los videos, de los mensajes previos, de toda la situación,
no permitió que quedaran completamente impunes. No aparece explícitamente el
“es tu culpa” (tal vez porque ya han logrado interiorizarnoslo tanto que
aparece en su cabeza directamente), pero sí “podrías tener más cuidado”
“cuídate de esas cosas”. Pero en la misma línea Higui y las violaciones
disciplinadoras a las lesbianas, y cada una de las formas disidentes de
practicar nuestra sexualidad que no son toleradas por el sistema patriarcal.
En segundo lugar
la autora habla de la violación como “una agresión o afrenta a otro hombre
también genérico, cuyo poder es desafiado y su patrimonio usurpado mediante la
apropiación de un cuerpo femenino o en un movimiento de restauración de un
poder perdido para el” (Segato, 2006: 32). En este caso alude en particular
a sociedades con fuertes niveles de exclusión o incluso a casos de guerra.
Finalmente se
menciona que sea “una demostración de fuerza y virilidad ante una comunidad
de pares, con el objetivo de garantizar o preservar un lugar entre ellos
probándoles que uno tiene competencia sexual y fuerza física. Esto es
característico de las violaciones cometidas por pandillas, por lo común de
jóvenes y habitualmente las más crueles” (Segato 2006, 33). Y acá
nuevamente “la manada”, las violaciones colectivas suelen aparecer en espacios
de fiestas locales en el estado español, los chistes al respecto, las
planificaciones, que van desde el “llevemos burundanga” al tristemente celebre
“hoy follo mañana juicio” de los estudiantes de derecho del año pasado.
La cultura de la
violación organiza nuestras vidas antes de un hecho violento, y dispone
mandatos muy claros y estrictos para quienes han sido víctimas de violación (no
así para los violadores llamativamente) respecto de cómo procesar ese dolor,
como sufrirlo en términos de corrección, y cómo (o no) superarlo.
No es necesario
que haya una sola explicación a la violación como práctica ejercida con una
frecuencia preocupante y de alguna manera sancionada y visibilizada aun solo
parcialmente. Seguramente este corolario de una forma de agresión física
sexualizada sea un paso más en muchas micro violencias (en tanto cotidianas e
invisibilizadas no en tanto irrelevantes) con contenido sexual en la que se
estructuran las relaciones en un sistema patriarcal. Pero además de esto, tenga
en cada caso una función reafirmadora de la virilidad y disciplinadora de la
mujer o no lo cierto es que la sola amenaza de ese sufrimiento funciona
disponiendo de las vidas y las acciones de hombres y mujeres. El caso de La
Manada, es un ejemplo.
Referencias:
-Despentes, M. (2007) Teoría King
Kong. Editorial Milusina. Disponible en
-Segato, R. (2013) La escritura en el
cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Juarez. Territorio, soberanía y
crímenes de segundo estado”. Tinta Limón ediciones. Buenos Aires.
-Segato, R. (2006) Estructuras
elementales de la violencia: ensayos sobre género entre la antropología, el
psicoanálisis y los derechos humanos. Prometeo Libros.