Este texto escrito por integrantes de la organización,
se encuentra en proceso de debate y
actualización dado las últimas novedades
De este modo el
patriarcado organiza y ejerce violencias, y amenazas de violencias posibles que
según las cuales se regula toda la organización cotidiana de la vida, las
prácticas y las costumbres. Pero además configura socialmente un modo
determinado como el “correcto” de padecer esta situación, de sufrirla o de
afrontarla.
La comprensión de
la cultura de la violación se estructura en la idea de que en los casos de
violación en particular y de abuso sexual en general los perfiles de víctima y
victimario son mucho más complejos y difusos de lo que se tiende a
caricaturizar. Hay de hecho una normalización de las agresiones sexuales sobre
las mujeres. Tendemos a ver a la violación como un caso extremo y atípico: un
desconocido al acecho en algún lugar oscuro y poco transitado que nos ataca por
sorpresa. Estas son sin dudas los casos menos frecuentes entre una gran
cantidad de casos de abuso realizados por personas conocidas y de confianza, en el interior del hogar o es
espacios frecuentemente habitados.
Pero aún más, si
vemos que las relaciones sexuales muchas veces son entendidas en si mismas como
un ejercicio de poder (y ahí podemos pensar por ejemplo en expresiones
populares que hablan del sexo como una forma de agresión), vemos que el hecho
de estereotipar las violaciones como perversiones permite establecer un límite
claro que de otro modo resulta mucho más confuso. Entre una infinidad de
agresiones sexuales “habilitadas” o “permitidas” socialmente no queda claro
cuál sería el límite en cuestión. Es interesante en este sentido como distintas
publicaciones dedicadas a las mujeres establecen artículos del tipo “posiciones
sexuales para cuando él quiere y tu no” o “cómo hacerlo gozar cuando no tienes
ganas”[1].
La violencia física no es el único modo de coaccionar a alguien, la violencia
simbólica, el chantaje emocional, la amenaza de terminar una relación, del
cansancio o la infidelidad funcionan en el mismo sentido (sino de qué otro modo
podríamos explicar que alguien buscará posiciones para tener relaciones
sexuales si no lo desea).
De hecho muchas mujeres
asumen y denuncian muchos años después de un hecho el haber sido violadas ya
que en un primer momento algún forcejeo o alguna práctica no querida parecerían
ser cuestiones menores, o alejadas de esa situación de violación estereotipada
tan fácilmente caracterizable. En el mismo sentido en las distintas
legislaciones locales durante gran parte del siglo XX las violaciones en el
marco del matrimonio eran consideradas legalmente o judicialmente como tales en
función del “deber maritar” de tener relaciones sexuales. Esa misma no prohibición reflejaba y generaba
a la vez que esas agresiones no fueran vistas como problemáticas por las
víctimas y victimarios, la falta de conciencia sobre el hecho de estar
cometiendo una agresión (que como veremos no responde únicamente a casos
particularmente límites sino que incluso puede extenderse a casos en que la
agresión resulta manifiesta) puede comenzar a explicar por la gran cantidad de
pequeñas agresiones sexuales autorizadas previamente.
De
este modo podemos pensar en las representaciones jurídicas de las situaciones
sociales como una aportación de sentido, se establecen entonces criterios y
formas de actuación. De hecho no se establecen únicamente criterios de
corrección en relación a la actitud que deben tomar las personas que pasan por
esta situación sino que se establece incluso una valoración al respecto.-
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[1] No es la nota original pero habla de esta: https://magnet.xataka.com/why-so-serious/aqui-tienes-todas-las-posiciones-sexuales-para-cuando-el-quiere-y-tu-no-las-buenas-las-de-verdad